Esperaba sentado, viendo como pasaba el tiempo y la vida. Soñando que un día ella llegaría sin decir nada y se sentaría en el banco junto a él. No tendrían que decir nada, ni tan siquiera mirarse, ni tocarse. Sólo saber que estaban el uno junto al otro para siempre y para toda la vida.
Pero pasaba el tiempo y la vida, y los días, los meses y los años se le iban acumulando en el zurrón de la espera, hasta rebosar. Ella no llegaba. Quizás ni tan siquiera existiera esa mujer para él.
Pensó en no volver más a aquel banco, pensó en abandonar la espera, pensó en renunciar al sueño de compartir un mismo destino, pero entonces, él se levantó y emprendió la búsqueda.
2 comentarios
La estación de trenes es un buen lugar para ir a buscar!
Me encanta!!!!