Me compraría una bicicleta solo para recorrer Potsman. Hay que coger la línea S1 desde Berlín a Wannsse, y allí cambiar de tren hasta Potsman.
Un consejo, ni se os ocurra visitarlo a pie. Podéis quedaros en el intento. El dinero que tengáis pensado gastaros en entrar en palacios y museos es mejor gastarlo en este medio de transporte y disfrutar a pleno pulmón del lugar.
Al fin y al cabo, los museos se han convertido en almacenes gigantescos de cosas y no son capaces de transmitir aquello para lo que fueron creados.
Vivir Potsman es vivir sus parques, el barrio holandés y la calle Brandenburger. Mi mejor momento fue parar y sentarme en un banco a comerme un bocadillo frente a Heiliger See, mientras un grupo de patos jugaban a no sé qué.
Visitar Berlín y no dar un paseo en bicicleta por Potsman es como ir a Granada y no ver la Alhambra. Dejar de ver por haber visto es un lujo, y pasar un día sin prisas disfrutando el ambiente, parques y jardines de este lugar es un regalo para los sentidos.
Sigo…