Recorriendo el desierto de Atacama conocimos a dos matrimonios de Santiago de Chile con los que conectamos inmediatamente. Regresábamos en unos días a Santiago, y Marcelo y Enma nos ofrecieron pasar unos días con ellos.
Volvimos a una ciudad alejada del bullicioso centro histórico y donde nada parecía recordar a la que habíamos conocido unos días atrás.
Mi impresión es, después de recorrer con nuestros anfitriones la parte no turística, que esta ciudad parece dividida por un muro imaginario que comienza en Plaza Italia. De un lado la zona centro, bulliciosa y auténtica; y por otra, el Santiago más moderno, cosmopolita y de agradables zonas residenciales.
Pero si cuando vuelva a España me preguntan por Chile, mis recuerdos serán para Marcelo, para Enma, para su encantadora hija y para su nieta. En mi retina está ese momento cuando el abuelo Marcelo cogió su sombrero de guaso y bailó la cueca con su nieta.
Gracias por compartir vuestra casa, vuestro tiempo y sobre todo vuestro cariño con dos locos mochileros que os encontrasteis en el lugar más árido del mundo. Ojalá nos volvamos a encontrar y podamos compartir la once y unos vinos conversando entre amigos.
6 comentarios
Saludos a los dos! Espero volver a verlos!
Seguro que volveremos. Un beso fuerte.
Felices de haberlos conocido!!
Nos vemos pronto!!!
Ojalá así sea. Un beso fuerte y gracias por compartir tanto con nosotros.
Un fuerte abrazo para ambos y mil gracias por vuestras palabras….como dice la canción Si vas para Chile….en uno de sus versos…….»y verás como quieren en Chile al amigo cuando es forastero»…..
Volveremos!! Gracias amigos.